11 de junio de 2011

La torre de Babel

Pongámonos en situación: había oído hablar de la convalidación de cursos de formación por el certificado de profesionalidad correspondiente, son emitidos por el Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE) o, en su caso, por las Comunidades Autónomas, y tienen validez en todo el territorio nacional.


Poseer un certificado de profesionalidad supone sin lugar a dudas incrementar sustancialmente el currículum profesional, ya que, al ser un documento oficial, puntúa en cualquier proceso de selección que convoque la Administración Pública, y te acredita profesionalmente ante la empresa privada.

 

Un amigo (Roberto para más señas) me indica los pasos a seguir: rellenar el formulario que podemos encontrar en la página del Servef (entre otras) con los datos del curso realizado así como los módulos que lo constituyen (importante realizar dos copias, una para entregar y la otra para nosotros y dejar constancia de la entrega). A continuación fotocopia del diploma recibido y del Dni.

 
Pues bien, me dirigí al Ministerio en cuestión para tramitar la ardua tarea y ahí empezó un cúmulo de despropósitos dignos de una comedia de los hermanos Marx.

 

En la recepción del edificio un bedel me indica que posiblemente deba dirigirme a la tercera planta para informarme. Subimos (iba con mi pareja) y me recibe una funcionaria que amablemente me invita a esperar a la técnico encargada de tales menesteres, además he tenido suerte porque la he pillado antes de irse a desayunar (son las once o'clock). Esta persona en cuestión me informa que debo subir a la cuarta planta y dar entrada en su registro la documentación que aporto para que a continuación se la entreguen a ella (perplejo me hallo). También me indica que como mínimo tardaré seis meses en recibir el certificado siempre y cuando todo esté correcto (es decir que si lo necesito urgentemente puedo ir olvidándome de ello).

Subo a la cuarta y un funcionario sonriente como pocos me señala donde se encuentra el registro. Me dirijo a la oficina y la persona encargada de la misma desconoce que se deba realizar allí la entrega de la documentación y me remite al tercer nivel de nuevo.


Bajo las escaleras, por otro lado ejercicio totalmente recomendable, e insisten en que suba a la cuarta que es donde corresponde entregar el papeleo. Respiro profundamente y vuelvo a subir y de nada sirve mi insistencia para entregar el puñetero papel. Otra vez a la tercera planta y la funcionaria no da crédito a lo que me han dicho sus compañeros. Se levanta y me acompaña a la cuarta, esta vez subo las escaleras de dos en dos y pienso que estoy siendo objeto de una cámara oculta.


Se produce un diálogo entre las funcionarias sin llegar a un acuerdo y la señorita (o señora) que me ha acompañado opta por entregar los documentos en el registro de la tercera, mejor dicho me insta a que se los entregue yo a la funcionaria del lugar. El trámite en sí no dura más de tres minutos y a pesar de que tengo una serie de dudas respecto a otros cursos realizados pongo pies en polvorosa, no vaya a ser que me tengan toda la mañana subiéndoles el café o vaya usted a saber.





F.Sánchez

2 comentarios:

Roberto Muñoz dijo...

Menuda mañana te han hecho pasar. Es triste que cuando se va a algún organismo oficial y se pregunta por algo que no es lo de todos los dias se hacen un lío para indicarte lo que debes hacer. Ojalá en el futuro, mediante las correspondientes acredidationes de identidad digital,se puedan hacer todos los trámites desde casa y ahorrar tiempo y cabreos innecesarios.
Un saludo

Anónimo dijo...

mejor no lo habría contado. Buscan la forma más complicada para hacer algo sencillo. Pero no todos los funcionarios son iguales, menos mal. Pero son una especie en extinción.