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15 de diciembre de 2010

Vestido bendecido


Yo debo ser medio evangelista. Tomé la Comunión y fui bautizada, pero disfruto escuchando a los pastores que, con buen humor, ensalzan los salmos de la Biblia. 

Me gusta escuchar a un señor contar: "no me gusta madrugar", "no me gusta viajar y ver poco a la familia", para a su vez, leer la palabra del Altísimo sin que el receptor lo perciba como un sermón. Él se queja pero no se siente culpable por ello. 

El español, acostumbrado a la rigidez del ritual católico, mira incrédulo a la radio, donde estos comunicadores, aparecen como los peces y los panes. 

La misión es la misma: convencernos de ser mejores hijos, padres, esposos, amigos, personas..., pero hay un ingrediente distinto, tal vez sea la cercanía que transmiten y la cabida para el chiste.

El otro día fui a comprarme un vestido, la señora de la tienda me preguntó para qué lo quería, "para una entrevista", no dije más. 

Mi voz quizás temblorosa me delató. Mientras estaba en el probador oí un ruido: "he cerrado las puertas", me anunció, "¿te importa que te bendiga?" y ante mi negación y sorpresa, comenzó a pedir a Dios que me ayudara y un sin fin de buenos deseos que me hicieron cerrar los ojos. Cuando terminó la abracé ¡qué podía hacer!


Ella me confesó que las cosas no le terminaban de marchar bien, pero su pastor les había predicado el día anterior que debían ayudar a los demás, y ante mi "gracias" no las aceptó. ¡Era su obligación! Me quedé un buen rato tras sentir una gran paz, lo confieso; las puertas ya estaban abiertas. La gente comenzó a entrar (¿milagro?) Aquella mujer tenía fe.


Me habló de los cánticos, de lo que disfrutaban los pequeños en la misa, de encarar la vida aunque se presente oscura, con alegría, con optimismo. ¿Qué quieren que les diga? Nunca me habían bendecido un vestido ni tampoco vendido uno que "fuera bueno para ir a Madrid", con que estuviera bien de precio para mí era suficiente.


Dejemos la religión a un lado, y ahora les pregunto ¿existen muchas más personas como ésta? ¿Se han tropezado con alguna últimamente? En esta bendita crisis, flota en el ambiente un halo de amistad involuntaria.Hay necesidad de hablar, de compartir. 

Todos tenemos una historia. Lo hermoso estriba en tropezar con alguien que se preste a escucharnos e incluso cuando no hemos abierto la boca. 

Necesitamos ser escuchados. Vayan a su tienda, se llama Giovanni y está en la calle San Mateo, quizás no encuentren lo que buscan pero seguro que salen con una sonrisa.


Joana Sánchez

4 de diciembre de 2010

Controladores de vidas


Toda España habla de "caos aéreo". De que por primera vez en Democracia entramos en Estado de Alarma. Todo es una locura, un despropósito. El país en vilo en manos de unos cuantos señores y señoras privilegiados, los cuales son conscientes de que por su posición pueden paralizar un país.


Un médico canario que ha quedado en una terminal atrapado declaraba: "¿Qué ocurriría si yo me pongo en huelga (aunque esto no lo es...) y me negara a operar al hijo de uno de estos señoritos? jamás haría algo así". Todo un caballero dadas sus circunstancias, y un motivo para reflexionar.


¿Cómo ha llegado a tener tantísimo poder este colectivo? Por supuesto que tienen derecho a la huelga, pero ¿lo fue? La imagen de nuestro país en el exterior queda dañada. ¿Acaso les importa?


Las personas que debían volar por mil y una razones tampoco les quitarán el sueño. Ellas han visto truncadas sus ilusiones por unas merecidas vacaciones, un viaje por trabajo, la asistencia a un funeral, a una boda, etcétera. ¿Y su dinero, y los gastos que vendrán, quiénes los cubrirán?


Ese grupo de trabajadores no practica la empatía ni con niños durmiendo en el suelo, ni con mujeres embarazadas, ancianos, personal del aeropuerto que cobra unas cantidades irrisorias y están atendiendo lo mejor que pueden a los clientes por el desaguisado que han provocado. ¿Deberían pedir la baja estas personas por estrés? No lo harán porque ellos sí son profesionales.


Pero vamos a centrarnos en nuestra ciudad, Alicante. Ha llegado a mi correo una historia (de tantas) que trata sólo de ser un ejemplo de lo que están pasando esas personas que compraron sus billetes y se han visto involucradas, sin quererlo, en esta locura.


Os dejo un fragmento de dicho email enviado por los amigos de Artegalia: Un avión con ayuda humanitaria y una expedición de más de 160 personas, entre cooperantes, voluntarios, familias acogedoras y miembros de ONG, se ha visto retenido en el aeropuerto de Alicante, atrapado por el "secuestro" de los controladores aéreos españoles, desde las 20'00 h. del viernes por la tarde.


Todo el cargamento, así como los activistas que iban a viajar durante estos días a los campamentos de refugiados saharauis, llevando ayuda humanitaria, niños enfermos, y un cargamento de numerosos materiales de primera necesidad, está cancelado desde este viernes, por la acción terrorista cometida por los controladores aéreos, que han secuestrado en los aeropuertos españoles a más de 300.000 victimas.

Un miembro de Artegalia Radio formaba parte de esta expedición al Sahara, y está también retenido en el aeropuerto de Alicante a la espera de nuevos acontecimientos. 

Entre las 160 personas, aparte de niños enfermos saharauis que regresaban a los campamentos, se encuentran representantes de instituciones públicas, miembros de ONG, y personas llegadas desde Valencia, Madrid, Albacete, Murcia y Zaragoza, que no tienen medios para regresar a sus ciudades y se encuentran en las instalaciones del aeropuerto.




Joana Sánchez

13 de abril de 2010

Ego y Ternura


LUCBEPOP


En dos puntos de aquella tierra, estaban dándose dos historias que de tan dispares, parecían provenientes de distintos planetas. Es más, se diría que Bastián estaba caminando por aquel lugar, creando con su imaginación países, dentro del mismo planeta donde los seres que lo habitaban, reían o lloraban por razones de lo más superficiales, por un lado, de lo más profundas y cercanas al corazón humano, por otro.

En la parte donde los corazones latían, las personas se miraban a los ojos y existía la empatía; una mano apretaba con fuerza la de otro ser. Por fortuna, la capacidad de ponerse en el lugar del otro no se había extinguido. Las miradas descifraban códigos. Elementos que tan sólo los seres con la sensibilidad a flor de piel, podían entender.

En el otro lado, existían los egossoy, estos seres se lamentaban mirándose al espejo por las cosas más nimias. Un piropo no recibido se convertía en un drama que podía llevarles una semana de lágrimas, que se recogían en cubos para crear lagos, los cuales poblaban aquella extensión. Había miles.

Mientras tanto, los seres que seguían aferrándose el uno al otro, sonreían ante la adversidad, por eso, allí nunca se lloraba del todo. Y aquel comportamiento se traducía en lluvia. Por ello, cuando caminaban por los senderos secos, llovía cada seis pasos un agua fina, delicada, que apenas les mojaba el rostro, para cesar al minuto.

Los egossoy y los tiernoss no se conocían. Vivían a millones de kilómetros. Aunque algunas veces, cuando ambos se sentían más tristes de lo habitual, se encontraban (sin saberlo) al cerrar los ojos. Y allí, en ese espacio en la imaginación de cada uno, los primeros añoraban la ternura perdida o, tal vez, nunca conocida y se sentían profundamente melancólicos. 

Mientras que los otros, suspiraban al creer que debían pensar más en si mismos para así no pasarlo tan mal... pero rápidamente abrían los ojos y una sonrisa aparecía. Esa era la señal de que debían animarse y se sacudían la lluvia que les había mojado los cabellos durante esos minutos.

Tal vez, estaban predestinados a no encontrarse jamás. Su sentido tendría...

(Influenciada por "La Historia Interminable" de Michael Ende...)


Autora: Joana Sánchez
Ilustración: Lucbebop